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Esgrima Infantil


El primer contacto que toma el niño con la esgrima es casi siempre determinante para su continuidad. Por eso es importante reflexionar sobre la forma de presentarle al niño la esgrima y las competencias.

El objetivo principal que busca un niño cuando comienza una competencia es demostrar su propia habilidad y capacidad. Valora su capacidad y habilidad de dos maneras: comparándolas con las de otros niños y comparándose con él mismo. Pero sólo cuando sus seres más queridos se muestran conformes con su desempeño, cree que ha conseguido ser capaz y hábil. Derrotar a sus rivales en la pedana lo motiva, pero es más importante a esta edad la aprobación social. Por eso se esfuerza. (1)

Como hasta los doce o trece años no tiene todavía suficientes elementos de juicio para valorar apropiadamente su capacidad y habilidad, necesita de los comentarios de los demás, especialmente de sus padres y su maestro.

Tener en cuenta que la meta principal de los niños es la aprobación social y la maestría deportiva y no la victoria en un match (que sí es la meta de muchos padres y entrenadores) significa que es recomendable no encasillarlos, como ocurre muchas veces, prematuramente en un mundo de adultos copiando las formas de sus competiciones y patrones de éxito.

Sólo a partir de los trece años (primer año de categorías internacionales) los esgrimistas son capaces de diferenciar las causas que han provocado el éxito o el fracaso de sus combates y están en condiciones de valorar su habilidad. Esto puede provocar una experiencia excitante o traumática. A partir de esta edad la meta de la competencia va desarrollándose, y ganar y perder se convertirán en el principal criterio para evaluar la propia capacidad. Esta forma de evaluación afecta claramente su conducta y el grado de diversión. Pero para que el resultado de la competición no se convierta en indicador de la valía de los niños esgrimistas, es importante que los maestros/formadores quiten toda importancia al resultado como indicador de éxito.

“En cada ser humano hay un niño que quiere jugar.” (Friedrich Nietzsche) “Y no ganar.” (Hörst Wein) (2)

Para que los preinfantiles e infantiles no centren toda su atención en el resultado de la competición, el maestro-formador debe tratar de enfatizar en cada match su maestría técnico-táctica a través del establecimiento de objetivos. Esto consiste en fijar una serie de metas lo suficientemente realistas como para cumplirlas y lo suficientemente ambiciosas como para que el niño deba esforzarse para conseguirlas.

Cuando el niño fue animado a fijarse una, dos o tres metas concretas encaminadas a elevar su capacidad y habilidad, cambia el criterio de éxito en la competencia, que ya no equivale a ganar, sino a conseguir los objetivos técnico-tácticos propuestos. Concentrarse en realizar las acciones correctamente en cada momento lo llevará a mejorar su esgrima y estar más cerca de la victoria.

Por último, cada maestro-formador de preinfantiles e infantiles debe disponer de tantas metas u objetivos como alumnos tenga, puesto que cada niño es diferente y tiene posibilidades diferentes.

  1. Mari Cortes, Joseph, “Aspectos Psicológicos de la Competición Infantil”.

  2. Wein, Hörst, “¿Qué es más importante en el fútbol de base, buscar la victoria o una óptima formación del futuro talento?"

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